Semana de santo foco
La fe en el proceso creativo y la acción de construir una narrativa personal
Te escribo desde mi escritorio blanco, lleno de manchitas de tinta y huellas de taza. Afuera hace un día lindo, Medellín clara, azul y serena. A un lado del computador, mi libreta de notas y el termo con agua. Al otro, elementos para experimentar con papel próximamente: marcadores, exacto, tabla para cortes y tijeras.
Lo que leerás es un ejercicio de semana santa porque como buena mujer latinoamericana me crié en el catolicismo y aunque ahora no lo practique, es una presencia en la habitación que me gusta interpelar. Proseguí a preguntarme (una vez más) dónde pongo mi fe, en qué creo aunque no pueda ver y los rituales asociados.
Desbloquear
Este escritorio es como un altar y desde que me siento ante él con una idea en mente, todo es una especie de ritual. Hay que creer para crear, o al revés, no estoy segura de qué llega primero. Lo que sé es que se necesita acción para ir descifrando las formas en las que esa ofrenda (idea) pueda cobrar vida. Entonces, creer en lo que no podemos ver pero que de alguna forma nos atraviesa, confiar en lo que todavía no es.
Siento la necesidad de intentar poner en palabras los pensamientos que aparecen de las formas más aleatorias e inesperadas. En la parte inicial de ese proceso toca superar dudas y resistencias. Es justo ahí donde empieza una etapa de desbloqueo y descubrimiento, otro acto de fe en embarcarse sabiendo que tenemos que incomodarnos (que no sacrificarnos) y seguir excavando.
Habitar
Al hacerlo una práctica, se desarrolla el músculo de la cacería. Uno que nos reta a estar más conscientes de nuestro propio pensamiento, como un mandamiento por defecto. Poner atención a lo que vemos, lo que tenemos alrededor, pero especialmente lo que nos detona y emociona. Es entender el paisaje que habitamos y lo que nos habita a nosotros. Cuando estoy creando un texto, me estoy creando a mí.
A medida que ese sentido se va agudizando, empiezo a notar contradicciones, la confrontación entre mis versiones pasadas y la que estoy configurando ahora. Las costumbres, lo que se siente cómodo y familiar. Enfrentado con lo desconocido que reta y seduce. Cada vez que me siento en el escritorio es como si me reiterara lo que me mantiene escribiendo, esa necesidad que me sobrepasa.
Narrar
Si me permito más misticismo, siento que durante mi escritura lo que está pasando no es del todo de este mundo. Alguien o algo más está en la mesa de trabajo conmigo. No sé si es otra versión de mí o si es puro pensamiento mágico. Pero es lo que hoy siento más cercano a la espiritualidad o divinidad. Eso y las sincronicidades, lo que empiezo a ver cuando mi atención está volcada en una dirección concreta.
Espero no pecar de predicadora con este post. No es la intención. Esto es solo un recordatorio de que lo divino está en entender y ser nuestra versión más genuina, traduciendo ese mundo interior y armando una narrativa personal. Poniendo foco. Un acto de fe (palabra) a la vez.
Una frase del libro de este mes
“Antes de que la belleza desaparezca por completo del mundo, existirá aun durante un tiempo como error”. La insoportable levedad del ser - Milan Kundera
Una canción
De artistas recién descubiertos. Desde que la escuché no he podido dejar de repetirla. Esa vibra entre nostalgia y anhelo.
Lo que estoy viendo
Obsesionada con este drama político japonés de época. Hermosamente ambientado y musicalizado, entre otros, por el genio de Atticus Ross. Episodio nuevo los martes en Disney+.
Gracias por llegar hasta aquí. Puedes apoyar mi contenido reenviando este correo, comentando o compartiendo un pedacito en tus redes sociales.
Nos leemos la próxima semana.
Un abrazo,
Sofí.