En un taller de escritura creativa dictado por Milagros Socorro, una de las asignaciones fue llevar la descripción de una escena de película, escribir casi fotograma por fotograma los detalles de una escena “donde pasara algo”. Llevé una escena de The Reader, en la que el personaje interpretado por Kate Winslet entra a una iglesia, un coro canta, ella se sienta en un banco conmovida y mira a Michael entre lágrimas.
La profesora me pregunta: ¿qué pasa en esa escena? Me quedo medio confundida, repito parte de lo que leí y ella le pide a alguien más que lea una escena “donde pase algo”. Y luego a otro, y a otro, y a otro. “Donde pase algo de verdad”, repite. Todos llevamos escenas donde pasaban cosas, pero nada realmente trascendental para la trama, solo pequeños momentos cinematográficos, los elegidos entre algunas de nuestras películas favoritas.
Esa tarea dejó en evidencia una realidad incómoda: la vida es así de plana. Una consecución de muchos momentos intrascendentes. Dormir, comer, ducharse, lavarse los dientes, ir al trabajo, hacer ejercicio, ir de fiesta, tomar café. Los momentos de verdadera transformación o movidas de mata son contados, menos frecuentes. Escasos como esos destellos de iluminación en las películas, en los que la protagonista ante el gesto más aleatorio, se da cuenta de algo que le permite finalmente atar los cabos y resolver el enigma de la historia.
“Eso no es de verdad”, me dijo una vez mi sobrina de 6 años mientras veíamos una película animada. Me reí y quise decirle que sí, mentirle un poco y contarle que esas cosas a veces pasan si estamos atentas. Que en todo caso, si es real o no, eso no es lo importante.
Cuestión de tiempo
David Lynch dice que “la vida artística significa libertad de tener tiempo para que pasen las cosas buenas”. Una disposición, un estado mental de apertura, reflexión, observación y acción. Setearnos para prestar atención, desconectarnos del ruido y conectarnos con la necesidad de pensar en algo más que nos de sentido o curiosidad. Buscar respuestas a preguntas que todavía probablemente ni siquiera hemos hecho.
“Cuando escribo me aparto del mundo para hundirme en un tiempo sin tiempo en el que nada sucede salvo lo que sucede dentro de mí”, escribe Leila Guerriero. (Todo lo que dice esta mujer lo tomo como verdad y tengo una lista de frases suyas que quiero tatuarme). Agrego otro pasaje suyo para redondear: “... escribir se trata de desaparecer completamente para aparecer completamente en otra parte”.
Las cosas que “pasan de verdad” son las que se revelan en un estado mental específico, en un no-lugar personal, un espacio inventado para quitar alguno de los velos que llevamos amontonados en la cara o para hacerle un nuevo lugar. La palabra es el medio, la escritura suele ser ese rincón para mí, un halo que me invita a perseguir algo, que me incomoda, me desconcierta y me da una excusa para nombrar lo que no he dicho en voz alta.
📜Una lectura
“La dificultad del fantasma” es una crónica de la periodista y escritora argentina, Leila Guerriero. Es el resultado de una residencia que hizo en España, en la que describe su búsqueda del fantasma de Truman Capote en la Costa Brava mientras éste escribía "A sangre fría". La puedes descargar aquí.
🎙️Un podcast
Esta semana regresó mi podcast favorito con su segunda temporada. Gastropolítica es escrito, narrado y editado por Maxi Guerra desde Uruguay. Son ensayos sonoros sobre historias, lecturas e ideas conectadas a través de la comida. Siempre me quedo con datazos, buenos chismes políticos y ganas de comer. Fan.
👀La obsesión del momento
No me estaba esperando esto pero creo que estoy entrando a mi K-pop era. Por una colaboración con Little Simz llegué al álbum de RM: Right Place, Wrong Person. Ahí me enteré que es miembro del BTS (sé de la existencia de este grupo porque no vivo bajo una piedra, pero es poco más lo que sé aparte de que son un fenómeno pop). El disco me gustó, es un viaje y esta canción con Mac Miller vibes me llegó al cora.
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Nos leemos la próxima semana.
Un abrazo,
Sofí.